Apenas 5 años después de la muerte de Franco, algunos grupos de extrema derecha lograban consolidarse como comandos terroristas con plena capacidad operativa. Incluso llevaron a cabo sangrientas operaciones de represión contra los movimientos y partidos de izquierdas, tal como escribe Mariano Sánchez Soler en su magnífico ensayo de investigación periodística y retrospectiva histórica La transición sangrienta. Las fuerzas de seguridad del Estado, todavía franquistas, poco o nada hacían por luchar contra el terrorismo de extrema derecha.
Arturo Pajuelo Rubio era de Madrid, tenía 33 años y estaba soltero. Era empleado de Construcciones Aeronáuticas, S.A., fundador de la Asociación de Vecinos Guetaria, miembro activo de la Coordinadora de Barrios de la Zona Sur de Madrid y dirigente de la Asociación de Vecinos de Orcasitas.
La mañana del día 1 de mayo de 1980, Día Internacional de los Trabajadores, Arturo Pajuelo Rubio participaba en una manifestación convocada por CCOO y UGT, junto con un grupo de amigos y vecinos de la Asociación de Orcasitas. Grupos de fascistas siguieron el recorrido de la marcha, con una pasividad absoluta por parte de la policía, que, por el contrario, se ocupó de reprimir a golpes la manifestación alternativa convocada por CNT. Después de la manifestación, Arturo Pajuelo volvía a casa junto a su amigo Joaquín Martínez Mecha, después de guardar un minuto de silencio por las víctimas de la matanza de Atocha y Yolanda González. Tenían que desplazarse a Parla para asistir a la comunión de una sobrina.
A la altura del Paseo de Santa María La Cabeza varios miembros de la organización terrorista franquista Batallón Vasco Español se abalanzaron sobre ellos. Los ultraderechistas les atacaron por sorpresa, directamente. Uno o 2 de ellos sujetaron a Arturo por la espalda, mientras otro le clavó una bayoneta 9 veces en hígado y pulmones; también asestaron 4 puñaladas a su compañero Joaquín.
Arturo y Joaquín fueron trasladados de inmediato al Hospital 12 de Octubre. Arturo Pajuelo fue sometido a 2 operaciones en las que le trasfundieron 20 litros de sangre donada por los vecinos de Orcasitas, que acudieron en masa a la llamada de socorro efectuada a través de Radio Nacional. “Los agresores eran profesionales. Atacaron por delante, a los pulmones y al hígado, y por detrás a los riñones. Nunca habíamos visto algo igual”, declararon los médicos. Los agresores sabían lo que hacían, atacaron a partes vitales donde más efecto iban a producir. No se pudo hacer nada, Arturo falleció 2 días después, el 3 de mayo de 1980.
Un portavoz del Batallón Vasco Español reivindicó el crimen a través de una llamada telefónica al diario Egin. Testigos de la agresión y los propios agredidos identificaron como autor del crimen al falangista Daniel Fernández de Landa y Roca. El desinterés e ineficacia policial hizo que los abogados de la acusación particular pidieran al Juzgado de Instrucción Número 2 de Madrid que pasara el caso a la Policía Judicial. La instrucción se prolongó intencionadamente y no se procesó a nadie más. El asesino pudo huir a paradero desconocido.
“Hasta aquel momento, dentro de la ola de crímenes ultras desatada en Madrid durante 1980, la extrema derecha no había atacado directamente el movimiento sindical”, asegura Mariano Sánchez Soler. Fueron a por Arturo porque querían acallar la voz más representativa del movimiento vecinal de Orcasitas. Los asesinos quisieron vengarse de una dura lucha sostenida, y de unos representantes con una dignidad y una voluntad inquebrantables, ajenos a cualquier tipo de prebendas. Intentaban poner de rodillas a un movimiento vecinal, que estaba luchando sin tregua, sin descanso ni titubeos por sus derechos.
Documentos: lo que Somos (Plataforma Republicana de San Fermín y Orcasitas). Diario16 (José Antequera). El País. Cartagena Memoria Histórica (Marcelino Fraile)
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española
RecueRda RepúBlica, MemoRia RepuBlicana 