Los crímenes del franquismo en la Comarca Avilesina (Asturias). La Represión (1)

comarca avilesina 1 word pressEl 21 de octubre de 1937 las tropas sublevadas contra el Gobierno Republicano ocuparon la comarca avilesina de Asturias, iniciándose una represión organizada, eficiente y planificada por los “militares” de las bandas armadas franquistas. Desde un primer momento los sublevados utilizaron una terrorífica violencia como un sistema contundente de neutralización de la sociedad Republicana, utilizando castigos terribles y mortales sobre sus enemigos, los simpatizantes de los partidos y sindicatos de izquierdas y las fuerzas leales a la República Española. La represión se utilizó como un arma poderosa de conquista.

La oligarquía local y el nuevo aparato fascista impusieron un régimen de dominio basado en el control del poder político, económico, cultural, y aplicaron un dominio sobre la vida de las personas. La mera sospecha de simpatizar con el bando enemigo era objeto de multas, palizas, destierros y asesinatos. Los partidarios de la República fueron víctimas directas de la represión de los sublevados, padecieron arrestos ilegales, sufrieron tortura y vejaciones, muchos fueron asesinados, y otros desaparecieron. Algunos fueron sometidos a la maquinaria jurídico militar sin garantías legales terminando en la cárcel o en el patíbulo. Otros fueron multados o depuradas de sus cargos públicos, funcionarios, maestros, policías etc.

La dureza extrema de la represión controlaba la retaguardia, sin distraer efectivos de los frentes principales de guerra, imposibilitando de raíz las más mínima resistencia. A medida que los sublevados conquistaban terreno Republicano, aplicaron estrategias letales para «mantener a raya» a una población hostil, la de Avilés, una ciudad en la que la mayoría de los hombres estuvieron integrados en Batallones Republicanos, y donde el Frente Popular había gobernado durante 15 meses gracias a una fuerte malla de apoyo social, y una base sólida de militantes.

La represión física utilizó 2 caminos. Por un lado, la vía “ilegal”, que no “incontrolada”, porque en todo momento los “militones” dirigían los asesinatos sin procedimientos judiciales. Los asesinatos se realizaban arbitrariamente, y estaban dirigidos directamente por los jefes franquistas, que desarrollaron métodos de violencia extrema de forma directa con el objetivo de paralizar cualquier tipo de respuesta al poder sublevado. Fue una de las formas de violencia que más pavor creó en las poblaciones ocupadas y más efecto tuvo sobre la población. Solo cuando habían sido exterminados un nnúmero suficiente de opositores al movimiento nazional, comenzaron los asesinatos mediante farsas judiciales.

A finales del mes de octubre, los poderes “militares” y civiles iniciaron una verdadera purga social para destruir la base social que sustentaba la República. La represión era llevada a cabo por guardia civil, brigada de investigación y vigilancia, falange, “comandancia militar”, incluso moros regulares. El sistema suponía la detención ilegal de una persona, el interrogatorio con tortura y, finalmente los asesinatos extralegales en lugares apartados. Los primeros muertos aparecieron en el pinar de Salinas la noche del 22 de octubre, cadáveres tapados con hojas de pino en la localidad, algunos tenían los testículos cortados y metidos en la boca. Las desapariciones fueron aumentando a lo largo del otoño y continuaron los meses siguientes.

La Casa Pedregal fue convertida en prisión preventiva bajo control de la guardia civil, quienes ayudados por falangistas detenían a la víctima en su domicilio, en el lugar de trabajo, o tras batidas en los montes. Después interrogaban, torturaban, y a menudo asesinaban a militantes de base y personas que habían colaborado con el Frente Popular. Las técnicas violentas que sufrieron los detenidos y detenidas consistían en palizas y constantes vejaciones: “lo que está pasando con los hombres en la Quinta Pedregal es indicible [sic] no los fusilan los matan a palos”. En la comarca se utilizaron también otras prisiones, el cuartel de La Peral o el de Villalegre, así como las sedes de falange.

Las mujeres Republicanas se habían atrevido a suplantar el orden natural del matrimonio, abrazando las nuevas ideas sobre las libertades, la equiparación social entre el hombre y la mujer, habían asistido a mítines, y colaborando de las colonias infantiles. Recibieron castigos especiales, violaciones, palizas, corte de pelo, aceite de ricino, actos de humillación pública, desfilar en público brazo en alto, eran obligadas a limpiar o a servir en los cuarteles. El hambre y la miseria quedaron grabados en la memoria de los supervivientes de aquella época. La infancia se volvió para muchos un vago recuerdo, los niños y niñas rojas fueron sometidas a un proceso de ablación de su memoria.

Cualquier excusa era buena para amonestar o poner multas desorbitadas que saqueaban sus ahorros, empobreciéndose y condenando a las familias a la mendicidad. No pagar los donativos al “glorioso ejército nacional” suponía palizas constantes, humillaciones y vejaciones públicas. La sistematización en la aplicación del terror y la utilización de técnicas de amedrentamiento hablan más allá de un simple proceso represivo.

La construcción de la memoria, los homenajes a los caídos por España o por el “alzamiento”, las cruces y los monumentos erigidos por los fascistas, muestran una clara voluntad de los vencedores de establecer toda una política de memoria institucional sobre la Guerra. El presentismo y la memoria de confrontación implican un consciente borrado de la memoria Republicana, y una caracterización del régimen Republicano con imágenes genéricas de caos y de terror.


Referencias: Memoria Y Olvido En La Quinta Pedregal, Pablo Martínez Corral. Represión en la Comarca Avilesina, Pablo Martínez Corral y Azucena López García. Ambos documentos contienen listas exhaustivas de las víctimas mortales de la represión franquista


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española