El 5 de Agosto de 1939, criminales franquistas ASESINARON a ADELINA GARCÍA CASILLAS en las tapias del cementerio del Este de Madrid, junto a sus compañeras, las 13 Rosas

Adelina García Casillas word pressAdelina García Casillas, tenía 19 años, era natural de Hoyocasero (Ávila), modista, miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Fue detenida por una denuncia presentada el 4 de mayo en el acuartelamiento de la 2ª compañía eventual de Madrid, en la que el delator aseguraba que las Juventudes Comunistas se estaban reorganizando en el barrio con el objetivo de preparar atentados y actos de sabotaje el día del desfile de la Victoria, y que contaban además con chicas dedicadas al espionaje, que se habían infiltrado en la falange. Los franquistas fueron a buscarla a su casa pero no estaba, ya que, al acabar la guerra, sus padres la habían enviado con sus dos hermanos pequeños a casa de unos familiares al pueblo del que eran originarios.

Su padre era un guardia civil que había permanecido leal a la República durante toda la guerra en Madrid, por lo que era sospechoso para las nuevas autoridades. Ante la posibilidad de que fuera declarada en rebeldía, su madre le escribió para pedirle que volviera. Volvió, ya que, aunque había estado afiliada a la Unión de Muchachas de la JSU y en alguna ocasión había repartido propaganda, su actividad política había sido mínima. Además, desde que había terminado la guerra no había tenido contacto con ningún compañero.

Una delación mencionó que en el domicilio de otra de las 13 Rosas, Blanca Brisac Vázquez se planeaba un intento de complot contra franco el día del desfile en el primer año de la victoria; sin embargo, esta circunstancia, considerada hoy en día incierta, fue descartada, no siendo acusada de ello. Adelina entró en la cárcel de mujeres de Ventas el 18 de mayo de 1939. Aunque era menor de edad, no fue instalada en la sala de menores como sí lo fueron otras de las 13 Rosas, Ana López Gallego, Martina Barroso García y Victoria Muñoz García.

Adelina trabajó como cartera en la cárcel de Ventas después de ser encarcelada. Era una chica de gruesos labios, morena, la llamaban “La Mulata”. Cada día repartía con orgullo las cartas que habían pasado la censura, entre sus compañeras de celda. En medio de esos pasillos oscuros llenos de llantos, suciedad, dolor, oscuridad y desesperanza, iba “La Mulata” entregando las cartas a sus compañeras prisioneras, pequeños sobres que agarraban entre sus dedos, que guardaban a escondidas bajo sus almohadas, que abrazaban para coger el sueño, que besaban mientras los mojaban con sus lágrimas. Tristeza.

Algunas de sus compañeras de barrotes que sobrevivieron, contaron que cuando Adelina entregaba las cartas a sus dertinatarias se ponía frente a ella, la miraba fijamente, cariñosa, con una sonrisa enorme le mostraba frente ese papel que las mantenía con la llama de la esperanza encendida. Era una forma de no desfallecer, sacar una sonrisa en medio de tanta masacre para hacer sentir bien al resto de compañeras, una forma de resistencia. Quizás una de las más fuertes que las mantenía en pie a pesar de tanta tragedia.

El asesinato de Adelina, junto al de las 13 Rosas y los 43 Claveles, fue una represalia por el atentado que realizaron otros 3 militantes de las JSU contra el coche en el que viajaban cel omandante de la guardia civil y miembro del servicio de información y policía militar franquista Isaac Gabaldón, su hija, y el conductor José Luis Díez Madrigal. Sin embargo, Adelina nunca fue acusada de ello, al no haber tenido ninguna de las Rosas relación con el atentado ya que estaban encarceladas al momento de suceder.

Adelina fue condenada a muerte por ser miembro y trabajar en la organización y actividades de las JSU. El 5 de agosto de 1939, Adelina García Casillas “La Mulata” dejó de entregar cartas para siempre. El último mensaje que nos queda de ella y sus compañeras es el eco de unas balas que la atravesaron frente a una tapia del Cementerio del Este de Madrid, con tan solo 19 años, por creer que este mundo puede ser un lugar justo, por creer en la defensa de los derechos y la libertad del ser humano. Porque nunca se rindió.

Olvidar las injusticias nos lleva a volver a cometerlas. Y por eso quieren que olvidemos, que dejemos enterrados los huesos, que borremos de nuestro pasado las historias desgarradoras de miles de personas que fueron brutalmente humilladas y asesinadas por algo que todavía sigue en nuestras instituciones: el franquismo. Nuestro deber es recordar, que las nuevas generaciones sepan de qué es capaz el ser humano lleno de odio cuando el resto del mundo mira hacia otro lado ante las injusticias. Sin embargo los defensores del fascismo asesino que manchó nuestra tierra de sangre, pretenden que olvidemos tantas cosas.

En esas tapias fueron asesinadas las 13 Rosas, con edades entre los 19 y los 29 años: Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, sin olvidar a Antonia Torre Yela, la Rosa n.º 14, fusilada pocos meses después.


Documentos: La Voz de la República (Maria José Robles Pérez). Wikipedia


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española