BARTOLOMÉ GARCÍA LORENZO, estudiante de magisterio, 21 años, Antifascista e Independentista Canario, ASESINADO por la policía franquista en Santa Cruz de Tenerife en 1976

Bartolome Garcia Lorenzo word pressBartolomé García Lorenzo, 21 años, estudiante de magisterio, joven deportista, militante del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). Con su barba en punta y la frente despejada y tersa, estaba aquel 22 de septiembre de 1976 en el 4º piso del bloque “Divina Pastora”, de la barriada de los años 40 “Somosierra”, la casa de su prima Antonia, con ella y su bebé. Seis policías franquistas, “grises”, 4 del cuerpo general de policía y 2 de la policía armada, acudieron a la vivienda de Antonia Lorenzo y tocaron la puerta.

Bartolomé abrió y se encontró unos hombres armados con metralletas que lo apuntaban. Bartolomé, asustado, intentó cerrar. Los sicarios del régimen franquista no se lo pensaron 2 veces y descargaron sus armas: El vendaval de disparos perforó la endeble puerta de la vivienda, descascaró el yeso de las paredes y algunas balas llegaron incluso al patio de una vecina. Treinta impactos en total. Cuatro balazos dieron de llenó en el cuerpo de Bartolomé García. Dos días después, y pese a ser intervenido quirúrgicamente, falleció. El parte médico indicó que «las balas perforaron, una el brazo, otra la arteria humeral, y 2 el vientre, que le afectaron al hipocondrio, desgarro del hígado, estallidos múltiples en las regiones rectoperitoneal y epigástrica determinando su fallecimiento“.

El gobernador franquista Rafael Mombiedro de la Torre, intentó hacer prevalecer la versión policial de que Bartolomé estaba armado y que lo confundieron con Ángel Cabrera Batista, “El Rubio”, supuesto autor del secuestro y desaparición del tabaquero Eufemiano Fuentes, uno de los hombres fuertes de la burguesía canaria españolista y miembro de las trágicas “brigadas fascistas del amanecer” en Las Palmas durante la Guerra de España, que tantos asesinatos cometieron. Lo impidió la postura enérgica del padre de Bartolomé, D. Andrés García Vidal que, aunque jubilado, había sido teniente de la guardia civil.

Esa noche, llena de dolor, rabia y dignidad, se realizó una manifestación y sentada en la Rambla de más de 3.000 personas. La policía inició las cargas, hubo choques y muchos detenidos. Rayando el alba, en la la Plaza de Somosierra que seguía llena de gente, mujeres llorando repetían las palabras de Dulce, la hermana de Bartolomé, “Ay, hermano. Esos bandidos que te asesinaron no te dejaron que fueras maestro ni que tuvieras hijos”. En los días posteriores al homicidio se sucedieron importantes manifestaciones en Santa Cruz de Tenerife. Balcones y ventanas se llenaron de crespones negros. Universidad, centros de enseñanza, bancos, y muchos comercios cerraron. Los policías tomaron puentes, carreteras, cerraron los muelles y todos los accesos a Santa Cruz, exigiendo con brutalidad la documentación de los coches con crespones. Muchos automovilistas y peatones fueron golpeados salvajemente,

Al entierro acudieron más de 25.000 personas. Junto a los militantes de izquierdas e independentistas, los trabajadores de la refinería, del muelle, de las tabaqueras, de la construcción, profesores y alumnos, todos en la abigarrada manifestación. A la salida de la familia y del féretro de la iglesia de San Fernando, Leoncio Oramas Tolosa, entonces alcalde de Santa Cruz, amigo personal de Juan de Borbón y de su hijo Juan Carlos, y otros cargos oficiales, tuvieron que salir del cortejo huyendo de la rabia popular protegidos por la policía.

Los asesinos de Bartolomé fueron Juan José Merino Antón, ascendido a subcomisario en 1981; José Antonio del Arco Martín, escolta del ministro socialista Ernest Lluch, ascendió a inspector y fue en Madrid jefe de contravigilancia en la unidad de protección de la comisaría general de seguridad ciudadana; José Mª Vicente Toribio, trasladado a Zamora; Ángel Dámaso Estrada destinado como inspector a Madrid; Juan Gregorio Valentín Oramas y Miguel Guillermo García López. Ninguno conoció prisión por el asesinato. Es más, los trasladaron a Madrid para protegerlos y al aeropuerto fueron a recibirlos más de 200 policías españoles apoyando a los asesinos.

En febrero de 1982, la Audiencia de Tenerife condenó a los agentes, 2 años de cese en el cargo pero sin perder la antigüedad, y a recuperar sus puestos como si nada hubiera pasado. Pero el 28 de enero de 1986, la Audiencia de Tenerife declaró extinguidas las responsabilidades de los policías en el homicidio de Bartolomé García. Los 6 criminales continuaron en activo en la policía del régimen y han sido promocionados en distintas ocasiones. Cuando los asesinos son policías franquistas no hay crimen.


Documentos: Historias Canarias (Eva Harídian y su padre Antonio). El País Canario (Francisco Javier González). Lo que Somos. Imagen de Todofai


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española