En 1982, IGNACIO MONTOYA ALONSO fue ASESINADO por un balazo de la guardia civil franquista cuando buscaba espárragos en Trebujena (Cádiz). Tenía 19 años

Ignacio Montoya Alonso word pressLo cuenta Juan Oliveros, que en 1982 era alcalde de Trebujena (Cádiz) por el Partido Comunista: Cada Lunes los jornaleros de los pueblos vecinos Trebujena y Lebrija (Sevilla) se manifestaban. «La gente se tenía que manifestar cada semana para cobrar las 1.500 pesetas semanales del empleo comunitario, unos cien euros de ahora. La situación de los vecinos al inicio de los 80 era muy precaria. Se paraba la carretera a Jerez. Venían las fuerzas de orden público y le dábamos la carta. Así cada semana”.

A primera hora de la tarde del 2 de marzo de 1982, Ignacio Montoya Alonso, 19 años, 7 hermanos, analfabeto, viajaba «de paquete» en una motocicleta conducida por su primo Antonio López Alonso. Eran vecinos de Lebrija (Sevilla) y de origen muy humilde. Llegaron a la finca de La Doña para buscar espárragos para llenarse el estómago en una época de sequía y hambre, y vieron una cabra. Pensaron en ordeñarla, pero la casera de la finca, Francisca Sánchez, les increpó y les denunció a la guardia civil de Trebujena.

Según la versión oficial, los agentes se desplazaron hasta la finca. Los jóvenes, ante la presencia de los guardias, huyeron con la moto. Pasaron muy cerca del cuartel y el guardia de puertas les dio el «alto», pero ellos no obedecieron. Entonces, el agente, Juan Macías Marante disparó contra Ignacio, una bala le entró por la espalda, e Ignacio herido de muerte murió en el acto. Su primo Antonio López Alonso fue ingresado de urgencia por un tiro en la columna. Salió con vida.

El gobierno civil de Sevilla insistió en un comunicado en que los disparos tenían un carácter «intimidatorio». El periodista Antonio Ramos Espejo escribía: “se quiere conformar a la opinión pública con una nota oficial del gobernador civil de Cádiz lamentando que unos disparos al aire alcancen el cuerpo de un furtivo”. Simplemente, mala suerte. Unas semanas más tarde, el primo, en declaraciones a la prensa, dijo que no había escuchado el «alto» del guardia que les había disparado, quien le cogió del pelo y lo arrastró hasta el cuartel.

Oliveros recuerda el multitudinario funeral: “Había gente de todos los pueblos, Los Palacios, El Cuervo, Trebujena, Lebrija. La madre de Ignacio iba delante del cortejo junto a sus 7 hermanos. No paraba de llorar. Era un trago demasiado fuerte”. La gente de Lebrija y Trebujena quería cerrar los comercios para ir al entierro de Ignacio y el gobernador civil de Cádiz amenazaba con multas, recordó a los alcaldes la prohibición de colocar crespones negros en las banderas. Medio millón de pesetas para el alcalde si decretaba alguna señal de duelo. Un cuarto de millón para los comerciantes que hicieran huelga. Los vecinos hicieron caso omiso, 10.000 personas acudieron al entierro de Ignacio Montoya.

El guardia civil que efectúo los disparos con total impunidad era Juan Macías Marente. Hasta 1984 no se celebró el juicio para resolver el asesinato de Ignacio Montoya. El juicio fue un robo, un año y 6 meses de prisión para el guardia autor del crimen. La familia de Montoya tuvo que vivir con la pena de una condena escandalosamente ridícula. Además, la vergüenza de saber que aquel guardia civil fue había sido condecorado con la cruz de la orden del mérito de la guardia civil con distintivo blanco, 60 días después del asesinato de Ignacio. El titular del ministerio del interior era en aquella época Juan José Rosón.

El acusador particular en el caso, Tomás Iglesias, señaló que «con unas diligencias judiciales en curso que dieron lugar a un procesamiento por homicidio, otorgar al inculpado tal condecoración supone una intolerable falta de respeto a los tribunales de justicia. Si los hechos que llevaron a conceder la medalla fueron actuaciones anteriores al suceso de Trebujena, quedaron desacreditadas aquel mismo día o, al menos, debió paralizarse de inmediato el expediente. Pero si fue precisamente aquel hecho el que originó la condecoración, el asunto adquiere una gravedad más extrema».

El caso Trebujena fue uno de aquellos crímenes impunes de la Transición. Uno de tantos olvidados. De una democracia que contaba con tan solo 5 años de vida. Su asesinato quedó impune junto a una lista de inocentes asesinados al inicio de la democracia en España.


Documentos: Público (María Serrano). El País ( José Aguilar). Les víctimes oblidades de la Transició


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española