JOSÉ ARANGUREN ROLDÁN, general de la guardia civil, el hombre de honor al que franco FUSILÓ sin piedad

JOSÉ ARANGUREN ROLDÁN 2.word pressNació en La Coruña en 1875, la familia tuvo dificultades al quedar huérfano con 8 años. Hizo buena carrera en la Academia Militar y en la Guardia Civil. En 1924 participó en importantes operaciones militares y de combate en África, pero deploraba la guerra y a los los oficiales africanistas. En 1929 fue ascendido a coronel. Cuando se proclamó la República era director del Colegio «Duque de Ahumada», y meses después en La Coruña fue jefe del Tercio de la Guardia Civil, donde recibió al presidente Manuel Azaña, y a Santiago Casares Quiroga. Su familia y la de Franco se visitaban, pero la amistad nunca cuajó. Aranguren fue ascendido a general de brigada por el Gobierno del Frente Popular en marzo de 1936, para mandar la 5.ª zona de la Guardia Civil en Cataluña con cabecera en Barcelona.

Al estallar la Guerra Civil se negó a unirse a los sublevados, aunque era conservador y religioso. El 19 de julio de 1936, él y su subordinado el coronel Antonio Escobar se pusieron a disposición del Gobierno Republicano, colaborando resolutivamente con el comisario general de Orden Público de la Generalitat Frederic Escofet, y con el decisivo apoyo de muchos paisanos armados, a que Barcelona no cayese en poder de los rebeldes. Durante la contienda mandó algún tiempo la IV División Orgánica y la comandancia militar de Valencia hasta el final de la guerra. Cuenta Julián Zugazagoitia en su libro Guerra y visicitudes de los españoles que «..nadie me dio tan cabal prueba de disciplinada obediencia como el coronel de la Guardia Civil señor Escobar, que, sin que le estorbase su catolicismo, se puso a las órdenes incondicionales de la República, aceptando sin la más tenue vacilación, a pesar de su edad, las comisiones más ásperas, en la primera de las cuales recibió dos balazos..».

Aranguren no abandonó la España Republicana, considerando que había cumplido con su deber, y al entrar los franquistas en Barcelona fue detenido y condenado a muerte en una sentencia que es un monumento a la antijuridicidad, burda máscara legal de un asesinato. Franco se dio por enterado y negó clemencia: «Que lo fusilen aunque sea en camilla». El 21 de abril de 1939 un pelotón acabó con su vida en el Camp de la Bota de Barcelona sentado en una silla por lesiones sufridas en un accidente. De nada sirvió que su hermano Carlos Aranguren fuera coronel del ejército vencedor, ni que sus 2 hijos varones hubieran luchado a las órdenes de Franco. Además fueron fusilados sus 2 coroneles, Brotons y Escobar, los tenientes coroneles Lara Molina, Moreno Suero y Aliaga Crespí y el comandante Aznar Monfort. Ninguno cometió delito alguno, se atuvieron a las órdenes que recibieron por sus 3 cadenas de mando: la Gobernación de la Generalitat, el general jefe de la división orgánica, y el inspector general de la Guardia Civil. Todos les ordenaron defender la legalidad de la República.

Aranguren y los otros jefes de la Guardia Civil en Cataluña fueron tratados como los peores criminales de guerra. El golpista general Goded le pidió unirse a la sublevación el 19 de julio, llegando a amenazarle con fusilarle, a lo que Aranguren sin alterarse, respondió: «Si mañana me fusilan, fusilarán a un general que ha hecho honor a su palabra y sus juramentos militares; si le fusilan a usted, fusilarán a un general que ha faltado a su palabra y a su honor». El fracaso del golpe en Barcelona no se debería solo a la defensa de los anarquistas o nacionalistas armados. La saña que los vencedores aplicaron a esos guardias civiles señala que fueron árbitros decisivos en esa jornada. Aranguren desmentía con su proceder la coartada que los golpistas vendieron, y que algunos aún pretenden convalidar: Que alzarse contra la República era justo, necesario y hasta imperativo. Por eso fusilaron a Aranguren a toda prisa, un general con 40 años de guardia civil a las espaldas, hombre de orden y militar ejemplar, con hoja de servicios impoluta, llena de condecoraciones, incluida la gran cruz de la orden de Isabel la Católica.

En el libro de Lorenzo Silva Recordarán tu nombre, se rescata la estampa de un Aranguren caballeresco, puro Quijote en la España de comienzos de siglo, y un Francisco Franco con ojitos de traidor: «Tenemos una gran memoria de la barbarie, pero no de la civilización. José Aranguren Roldán nos enseñó que la barbarie no era un imperativo”.


Artículos originales: El Mundo (Lorenzo Silva), El País (Javier Sampedro), La Voz de Galicia (Héctor J. Porto), Voz Populi (Karina Sainz Borgo), La opinión de la Coruña (J. L. Argüelles)


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española