FRANCISCO RODRIGUEZ ORTIZ, REPUBLICANO, 37 años, ASESINADO por los franquistas en Extremadura en 1941

Francisco Rodriguez Ortiz word pressFrancisco Rodríguez Ortiz era natural y vecino de Granja de Torrehermosa (Badajoz). Era bracero y no sabía leer ni escribir. Estaba casado con Josefa Santiago, con quien tuvo 4 hijos: Carmen, Celestino, Pepita y Francisco. Fue detenido el 6 de septiembre de 1939. El 11 de septiembre prestó declaración, por 1ª vez, en Azuaga. Fue encausado por “rebelión militar” en consejo de guerra en Mérida el 14 de octubre de 1940. Francisco había huido del pueblo y, según su propia declaración, sirvió en zona roja en la Compañía de Carretera nº 63. Al terminar la guerra y, como tantos inocentes e ingenuos, sin nada que temer, volvió a su pueblo.

La excusa para su detención fue una denuncia de asesinato a Máximo Spínola formulada por Pedro Spínola Cárdena. Él declaró que “no ha intervenido en nada, nada más que en saqueo de la escopeta y no habiendo intervenido en ninguna cosa. Que lo único que hizo es hacer guardia en la Cruz Roja, de día, pues la noche la pasaba en casa porque su mujer estaba dada a luz”.

Poco se sabe de su vida, aunque hay 2 hechos documentados que revelan la personalidad de un hombre bueno y querido por sus amigos y su familia. Y debía ser inteligente porque promueve su defensa y lucha por su vida con los pocos medios a su alcance: El testimonio de sus amigos y una carta dictada por él donde pide clemencia a sus despiadados verdugos: Ya él en su declaración de inocencia añade que pueden garantizar su conducta en esta localidad don Rafael Gahete de la Torre (médico con quien había prestado servicios en el hospital de la Cruz Roja) y Antonio Santiago (El Esquilao).

Y son esos 2 amigos más Juan Sánchez Núñez, los que le avalan en su pueblo, y aportan una declaración escrita y fechada el 14 de agosto de 1940 en la que hacen constar “que conocemos a nuestro convecino Francisco Rodriguez Ortíz, mayor de edad, casado y le acreditamos de buena conducta no conociéndole intervención delictiva durante el dominio de los rojos en este pueblo”. El alcalde Manuel Ramírez Seco “garantiza” al final de la declaración a las personas que han firmado el escrito como de derechas y afectas al glorioso movimiento nazional. En un mundo de miedo y delaciones, es de valorar este testimonio de sus amigos para intentar salvarlo, porque todos sabían ya a esas alturas que era arriesgado defender a un rojo.

A los 3 días de celebrarse el Consejo de Guerra, el 17 de octubre de 1940, Francisco Rodríguez dirigió una estremecedora solicitud de clemencia al Auditor de Guerra de Mérida: “..Teniendo en cuenta las acusaciones a todas luces falsas que de mi expediente se desprenden puesto que el denunciante D. Pedro Espínola Cardona también natural y vecino de Granja se encontraba ausente de dicho pueblo en los días que concurrieron los hechos que a mí, de una forma tan caprichosa, este señor me atribuye puesto que, Ilmo. Señor, yo ni siquiera tuve conocimiento hasta el día que comparecí ante el Señor Juez de hechos semejantes. Suplicándole una vez más ser atendido en nombre de mis cuatro hijos, los cuales de una forma tan injusta quedarían sin amparo..”. Ya debía ser consciente de su cercano final porque el fiscal había pedido para él la pena de muerte por rebelión militar y el abogado defensor, con la afirmación de que “los hechos no están suficientemente probados”, había pedido la pena de 12 años y un día de prisión.

Para los militares franquistas no sirvieron de nada ni los avales ni la solicitud de clemencia, ni la certeza de dejar huérfanos de padre y madre a los 4 hijos de Francisco, cuya madre, Josefa, había muerto unos meses antes de su ejecución. Se dictó sentencia el 21 de enero de 1941 y tres días después, el 24 de enero, a las 7 horas, fue ejecutado.

Seguramente el hijo más pequeño de Francisco y el que llevaba su nombre, sufrió siendo tan pequeñito todas las consecuencias de la orfandad absoluta, el hambre y el desamparo, que no pudo sobrevivir y murió con muy pocos años. Los otros 3 hijos lograron salir adelante y hoy, sus nietos Manolo y Miguel Ángel, hijos de Carmen, la mayor de los hijos de Francisco, honran la memoria de su abuelo y defienden los valores por los que, tan cruelmente, perdió la vida.


Documentos de Concha Morón Hernández: El nieto de Isidro. Todos los Nombres


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española