El pacto del Olvido, la obscena injusticia forzada por el franquismo criminal, para invisibilizar a sus Víctimas

El pacto del olvido word pressDeclaraba Herrero Rodríguez de Miñón que: “Un pueblo se construye cuando es capaz de olvidar todo lo desagradable y recordar lo agradable. Las memorias históricas que consisten en desenterrar muertos son negativas”. He aquí en estado puro a la derecha permanente que, procedente del franquismo, controló la operación que de la dictadura condujo a la democracia y trazó las líneas por las que había que seguir. Viene a decir Herrero que frente a lo que hizo la derecha española, que estuvo 40 años recordando lo desagradable que le resultaron los 5 años de República, la izquierda no debe en modo alguno recordar lo desagradable que le resultaron los 40 años de dictadura.

Y, por si fuera poco, añadía que la memoria histórica de la izquierda, que busca recuperar a sus familiares y darles digna sepultura, no es positiva. La que sí es buena es la memoria histórica de la derecha, que desenterró a sus muertos tras la guerra y se llevó 4 décadas recordándolos. También debe ser buena la de la Iglesia, que lleva tantos años con sus mártires. Que esto lo diga uno de los que formaron el grupito que elaboró la Constitución da la medida de lo que fue la la transición y de la decisión de los grupos políticos mayoritarios de que nuestra historia comienza en 1978. Y sobre todo da la medida de lo que ha sido y es la derecha española.

El 1 de abril de 1939, no llegó la paz, sino la victoria de los rebeldes frente a los leales, lo que produjo un tratamiento muy diferenciado a cada uno de los bandos. Los vencedores fueron honrados y recordados, y los vencidos fueron duramente reprimidos: Asesinatos, condenas a muerte, privación de libertad, exilio, incautación de bienes, inhabilitaciones profesionales, vejaciones a las mujeres, negación del derecho a la educación a los hijos de los vencidos, etc, que se prolongó hasta la muerte del Dictador. Esta diferencia de trato la explica con claridad Francisco Espinosa, que nos relata que en la preparación de la “causa general”, las autoridades franquistas solicitaron a los alcaldes información por los asesinados en la zona Republicana. Dado que en buena parte de España triunfó la sublevación los alcaldes respondían que no existían muertos, pero si los asesinados por los franquistas.

Por ello, el Fiscal del Tribunal Supremo advirtió de “no entrar en la cuestión de exhumaciones cuando sean procedentes de acción de guerra o represión de elementos rojos, función que no compete a la “causa general”. No se trataba de conocer lo sucedido, sino de procesar a los responsables de actuaciones criminales en el campo republicano ignorando lo sucedido en la zona rebelde. Este era uno de los precios que debían pagar los vencidos: el olvido. Por ello, las fosas con gran número de personas asesinadas han permanecido sin abrir y los cadáveres sin identificar durante toda la Dictadura. Esta dura represión fue soportado por los vencidos, durante 40 años de dictadura, y la memoria de su lucha y de lo sufrido en la represión, mantenida en el ámbito familiar u ocultada a los hijos para evitarles sufrimientos.

La memoria de los vencidos quedaba oculta o negada. Los españoles antifranquistas eran “parias en su tierra” mientras los antifascistas europeos, a partir de 1945, eran reconocidos en sus países. Esta situación de negación de la memoria no finalizó con la muerte del dictador en 1975. Al iniciarse la transición hacia la democracia, el olvido y la desmemoria fueron condiciones tácitamente impuestas por los herederos del franquismo para aceptar los cambios que se producían. La “liquidación” del régimen franquista no supuso en absoluto la desaparición de los aparatos e instituciones del antiguo Estado: La administración pública, el aparato judicial, el ejército, la policía y la empresa pública apenas sufrieran transformaciones en los decisivos años de la transición política. Escasamente reformados se incorporaron al nuevo régimen “democrático”.

La Ley de Amnistía incluía a los criminales franquistas y a las empresas que habían utilizado mano de obra esclava durante la Dictadura. En ara de “superar el pasado”, y en el espíritu de la “reconciliación” que presidió la transición a la «democracia», se estableció un punto final a todos los crímenes de la Dictadura. Se prohibió cualquier proceso para enjuiciar a los criminales de la Dictadura, no se creó una comisión de la verdad, como se ha hecho en Sudáfrica o en algunos países latinoamericanos, para investigar y explicar la represión durante la guerra civil y la Dictadura. En aras de la reconciliación la memoria volvía a ser negada para estas personas. Primero, los vencedores y después los hijos de vencedores y vencidos negaban su memoria, relegándolos al olvido.


Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963) (José María García Márquez). Memoria y olvido de las víctimas del franquismo. Una propuesta para Bilbao (Mikel Urquijo) 


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española