Los CRÍMENES de los franquistas en Gurrea de Galligo (Huesca). Parte 1, Las FOSAS

Gurrea de Galligo 1 word pressEn Gurrea de Galligo el fascismo sembró un terror que enmudece voces, convierte la tristeza en vergüenza y apaga la memoria casi hasta el olvido. La matanza respondió a una represalia al más puro estilo nazi en un municipio de fuerte resistencia antifascista, dejando familias enteras deshechas y una huella de miedo que perdura hasta hoy. En la mayor de las 6 fosas comunes yacen desde hace 86 años los restos de 15 hombres, 14 vecinos de Gurrea y uno de Zuera, todos bocabajo salvo uno. A muy poca distancia hay otra fosa con 9 mujeres de entre 14 y 72 años de edad. Entre estas 24 personas hay vínculos familiares. Todas ellas fueron asesinadas por rebeldes franquistas el 29 de septiembre de 1936.

Durante 2 semanas de noviembre y diciembre de 2022. la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido (ARICO) y el Equipo Arqueológico Forense de Aragón (EAFA), han trabajado intensamente en la exhumación de la fosa mayor. Además de los cadáveres se han recuperado un reloj de bolsillo, una boquilla de pipa, mecheros, papel de fumar, alpargatas, muchas hebillas, botones, pistas de las vidas de sus dueños. «En Gurrea deshicieron familias enteras. Hay un padre y un hijo en la fosa, 2 hermanos y su primo. Estamos viendo cosas salvajes, evidencias claras de muertes muy violentas», explica la historiadora Cristina Sánchez del equipo técnico de EAFA, en el que también están, entre otros, los arqueólogos Javier Ruiz, Ana Rubio y Ricardo Gayán, la antropóloga Miriam Gracia y el asesor Ismael Sanz, además del presidente de ARICO, Miguel Ángel Capapé: Un equipo que ha logrado exhumar 162 víctimas de la represión franquista en exhumaciones de Republicanos de las Cinco Villas, como las de Sádaba y Farasdués.

¿Qué pasó en Gurrea de Galligo? Las respuestas se encuentran en el libro «Entre las raíces: recuperando la memoria histórica y oral de Gurrea de Gállego y La Paúl», de Luis Antonio Palacio Pilacés, historiador zaragozano de padre y madre gurretanos. En la fosa de mujeres yace su abuela materna, María Ibort Til. En la de hombres tiene al marido de esta, Antonio Pilacés Ramón, su abuelo materno, y a un tío abuelo por parte de padre, Julián Domeque Sarraseca. En el libro señala que en 1936, en Gurrea de Galligo había una fuerte implantación de las izquierdas, la CNT tenía buena presencia en la zona. Tras la insurrección fascista de 1936 muchos vecinos resistieron a las bandas armadas y aviación nazi-fascista hasta el 23 de julio. La mayoría de los antifascistas huyeron. La represión se centró en las familias, los sublevados asesinaron a 97 personas, durante la guerra, en campos de exterminio, y la posguerra.

Grupos de milicianos Republicanos buscaban objetivos militares, y los franquistas se vengaron con la población que se quedó en los pueblos. Gente de izquierdas, pero sin militancia activa. En represalia por un sabotaje contra el puente del ferrocarril, los nazionales fusilaron a 7 hombres de Gurrea. El 29 de septiembre de 1936, «los milicianos volaron un tren que iba vacío, murió el jefe del tren. Como represalia, los falangistas asesinaron a 15 personas en Zuera y a 24 en Gurrea, los 15 hombres y las 9 mujeres que están enterradas en ambas fosas, por ser familiares de gente que había escapado. No tenían militancia, no tuvieron nada que ver con los sabotajes, no los mataron por ser miembros destacados de algún partido o sindicato, sino por pura venganza”.

Una de las mujeres asesinadas, Antonia Tris Sin, tenía 72 años e iba a misa todos los días. En la misma fosa están 2 chicas muy jóvenes, María Luisa López de 14 años, cuyos hermanos eran militantes de la FAI. Poco antes habían matado a su padre. La otra era Francisca Solano, 17 años, ‘fichada’ porque su padre llevaba el bar de la UGT en Gurrea, y porque se ‘atrevió’ a salir con una bandera Republicana en una manifestación. Imposible de entender lo sucedido aquí, no hay palabras para la crueldad de matar a estas niñas», sentencia Luis que se opone a hablar de «rencillas» porque ese término «se ha utilizado para quitarle carga política a las matanzas. Vinieron a matar a ‘una banda de rojos’ cuyos nombres se los había facilitado gente de Gurrea, los mataron por simpatizar o ser familiares de gente de izquierdas. Si hubieran sido de derechas no los hubieran matado. La masacre fue política».

El pueblo se quedó traumatizado, medio vacío. Muchas casas quedaron tapiadas. Miguel Ángel, uno de los familiares, cuenta que: “Las 2 fosas se han quedado así durante más de 40 años por miedo, la gente no lo hablaba abiertamente, ‘Déjalo estar. No revuelvas’. Lo pasaron muy mal, seguía existiendo el temor de que algo parecido volviera a ocurrir».

Continúa en Parte 2, Las VÍCTIMAS


Documentos: Arainfo (Iker González Izagi). El Periódico de Aragón (M. Calvo Lamana). SIPCA, Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés. Imágenes de Miguel Ángel Capapé (ARICO), y SIPCA


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española