Represión y Crímenes franquistas en Mansilla de las Mulas (León) en 1936

Mansilla de las Mulas word pressEl 20 de julio de 1936 Mansilla de las Mulas fue tomada por fuerzas golpistas, iniciándose la represión con decenas de arrestados y al menos 14 fusilados en los meses siguientes. Jesús Viejo, hijo de Sergio el panadero que fue detenido con decenas más, relataba que ese mismo día: “Llevaron a los calabozos de Mansilla a uno que era guarnicionero, y aquella misma tarde lo ataron al coche de un vecino y lo arrastraron por todo el pueblo hasta que lo mataron”. Un asesinato con carácter ejemplarizante exhibido por toda la villa.

A lo largo del verano fueron arrestadas y procesadas más personas en la localidad, el alcalde Isidro González a la cabeza. Igualmente Santos Francisco de 39 años; hace unos años su hijo Chencho Francisco contaba: “Mi padre se asomó por el balcón del Ayuntamiento donde estaba ya detenido y me dijo: ‘Vete a casa’. Yo hice ademán de dudar y él insistió. Fue la última vez que lo vi”. Santos y el carpintero Epifanio González, hermano del alcalde, junto con otros fueron trasladados al penal de San Marcos, terrible centro franquista de represión y torturas donde había decenas de mansilleses.

Llegó la noticia de que iban a poner en libertad a Santos; su esposa se dirigió a León con una muda para recogerlo. Cuando mi abuela llegó a San Marcos le dijeron: “Señora, guárdese esa muda, que a él ya no le va a hacer falta, anoche pasó por capilla”. Santos dejó 7 hijos: el mayor, de 17 años; el menor, de 11 meses. “Mi padre tenía ideas de progreso, creía en la educación para mejorar la sociedad”, explicaba Chencho Francisco: “Su asesinato y la represión marcó a la familia. Algunos tuvimos que dejar la escuela y ponernos a trabajar”. En el pueblo había un grupo que señalaba a los hijos de los desaparecidos: “Más de una vez dijeron a nuestro paso: “teníamos que haber terminado también con las semillas”.

En San Marcos fueron procesadas 61 personas de Mansilla, entre ellas varias mujeres. Una era Casimira Marcos Merino, arrestada cuando intentaba convencer a los guardias de San Marcos para que pusieran en libertad a su hijo mayor, Francisco Candanedo Marcos. “No solo no lo logró, sino que al final los mataron a los dos”, relata su nieta. Otro hijo de Casimira, Eulogio Candanedo, de 17 años, también fue detenido y pasaría varios años en prisión.

Entre los 85 Republicanos asesinados y desaparecidos en Villadangos hay varios vecinos de Mansilla de las Mulas: Santos Francisco, que era maestro herrador, y de la UGT; Los 2 carpinteros Epifanio González, de la UGT, padre de 3 hijos y un hija, y Acacio Rodríguez; y seguramente Casimira y su hijo Francisco. Pocos días antes los falangistas habían asesinado en el mismo lugar al mansillés Genaro Nachón; su hermano Pencho explicó que los golpistas “fueron casa por casa y pueblo por pueblo” buscando a los que “no eran de su cuerda: los mataron como a conejos”.

De Mansilla también fue fusilado sin juicio ni sentencia en monte del Fresno, el maestro Julio Marcos Candanedo, muy apreciado en la zona. Otros 7 hombres, entre ellos el alcalde Isidro González, el abogado y comercial Isaac Álvarez Pacios o su primo Juan José Pacios fueron asesinados en el campo de tiro de Puente Castro de León a principios de diciembre del 36.

Algunas mujeres de las familias represaliadas en Mansilla fueron víctimas de humillaciones públicas, les rapaban el pelo, les daban aceite de ricino y las paseaban por las calles. Entre ellas, una de las hijas de Casimira, Chencha, hermana del alcalde y menor de edad, y la hija de Epifanio González. A varias rapadas les ordenaron arrastrarse de rodillas por el pueblo hasta la iglesia al grito de “viva Cristo Rey”.

Las viudas de los desaparecidos quedaron en un limbo en el que no pudieron obtener el acta de defunción de sus maridos hasta años después, lo que dificultó en algunos casos su acceso a sus propiedades. Tampoco pudieron reivindicar sus cadáveres ni su memoria. “Recuerdo a la viuda de Santos llorar a escondidas en el hombro de mi madre”, relata una vecina de Mansilla. “Una de sus hijas, que tendría 6 u 8 años, enmudeció. No pronunció palabra durante mucho tiempo. Mi madre me pedía que la acompañara a ver si lograba hacerle hablar”.


Artículo original de Olga Rodríguez en Eldiario.es


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española