El 27 de octubre de 1948, un grupo de 5 combatientes antifascistas, 4 hombres y una mujer, que se refugiaban en los montes de los Ancares, se hallaban escondidos en la aldea de Castañeiras (Balboa). Durante un encuentro con la guardia civil resultó muerto un guardia; los guerrilleros escaparon. En venganza, los franquistas detuvieron a varias personas de la localidad, entre ellos a Vicenta López Digón y su hijo Jesús Camuñas López, dueños de la vivienda en la que habían estado alojados los guerrilleros. No imaginaron que aquel gesto terminaría con sus vidas.
Madre e hijo fueron interrogados en el cuartel de la guardia civil donde les acusaron de «auxilio a huidos». Al día siguiente, 28 de octubre de 1948, los trasladaron hacia la prisión de partido de Villafranca del Bierzo. Sin embargo, en el kilómetro 11 de la carretera general de Madrid a Coruña, los policías franquistas les asesinaron, justificando el homicidio mediante la aplicación de la ‘ley de fugas’, una práctica parajudicial empleada durante la dictadura para fusilar a decenas de personas.
Vicenta era natural de O Freixo, Lugo, tenía 48 años de edad, era viuda de Aquilino Camuñas, y se había convertido en enlace de los grupos guerrilleros desde varios años antes. Su hijo Jesús, de 20 años, labrador y soltero, vivía en el mismo domicilio familiar. En el registro de la autopsia consta un gran número de impactos de bala, Vicenta López y Jesús Camuñas fallecieron por «hemorragia y rotura traumática del corazón». Dos días después, y sin comunicárselo a la familia, los cadáveres fueron enterrados, uno sobre el otro, en una fosa anónima del cementerio de Villafranca del Bierzo. Dos represaliados más del franquismo, a los 9 años del final de la Guerra Civil.
Dos de los hermanos de Jesús fueron detenidos, torturados y encarcelados. A Eduardo lo brearon a latigazos, y abrasaron los pies con cerillas. El 27 de junio de 1948, Aquilino, el hermano mayor, llevaba a arreglar el reloj de uno de los refugiados en casa de su madre, pero fue detenido, y durante los interrogatorios le azotaron con palos llenándole la espalda de hematomas; además le quemaron los dedos con cerillas. Fue procesado por vía militar acusado de un «delito de auxilio a huidos», y de ser “de mala conducta en todos los aspectos». Permaneció 7 meses y 7 días en la cárcel. Aquilino no quiso volver a hablar de lo sucedido en toda su vida.
Milagros Camuñas López perdió a su madre Vicenta y a su hermano Jesús a la edad de 10 años. «Nos arruinaron la vida», lamenta Milagros. Ella aún conserva una cicatriz en el labio que le hizo un guardia que la empujó contra un banco mientras le gritaba: «Tú lo que no sabes es ladrar». «Pasé a ser una huérfana desgraciada. He aguantado muchos años con la boca cerrada y ahora ya no me callo». Milagros ha empeñado su vida en encontrar a su madre y a su hermano. «Solo quiero verlos y que me entierren con ellos».
En 2015, voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) consiguieron exhumar los restos de Vicenta y Jesús, mediante financiación propia gracias al premio internacional ALBA/Puffin de la Brigada Abraham Lincoln, al Activismo en Pro de los Derechos Humanos, y a la ayuda periódica del Sindicato Noruego de Electricistas. Debajo de kilogramos de arena apelmazados apareció la fosa común donde reposaban los cuerpos sin vida de Jesús y Vicenta. Además de los proyectiles, los investigadores encontraron diversos objetos personales, un mechero de yesca en el pantalón de Jesús y una hebilla del cinturón.
El arqueólogo de la asociación, René Pacheco bajó con Milagros al interior de la fosa para mostrarle los cuerpos. «¿Ése es su pie? ¿Es el pie de mi hermanito?», preguntó visiblemente emocionada. No hablaba la anciana, sino la pequeña que de la noche a la mañana se convirtió en «una huérfana desgraciada».
Documentos: Hipertextual (1 y 2) (Ángela Bernardo). Memòria Repressió Franquista (Carlos Hernández). León Noticias
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española