La nochebuena de 1937 cambió por completo la vida del bebé Ángel Fernández Rodríguez. Esa noche, toda la familia Fernández se sentaba a la mesa para celebrar tan señalada fecha, que acabó de la peor manera posible. Los hermanos Manuel de apenas 31 años y Ángel Fernández Suárez frisando los 20, se encontraban cenando con su familia en su casa de Agones (Pravia): “Mi madre me tenía en brazos cuando unos falangistas llamaron a la puerta de la casa y exigieron a mi padre y mi tío que salieran y les acompañaran”.
Este grupo de falangistas locales, acostumbraban a tomarse la justicia por su mano, acabando en muchos casos en fusilamientos al margen de la ley. Irrumpieron en el hogar interrumpiendo la celebración navideña, y se llevaron a Ángel y Manuel frente a la horrorizada mirada de la mujer de Manuel, Cesárea Rodríguez, y sus 2 hijos Ángel y Jesús, de 2 y 1 año respectivamente. Los asesinos les dijeron que iban a «dar un paseo», que sólo se los llevaban para hacer una declaración, que no pasaba nada, pero el resultado fue de lo más siniestro.
Aunque los familiares esperaban que en el peor de los casos los 2 hermanos estuviesen detenidos por unos días, tras el arresto los llevaron directamente al lugar donde fueron fusilados por los falangistas sin denuncia ni juicio, en un punto situado junto al cruce de La Canalona de la actual carretera de Agones a Villafría. Un joven de unos 14 años pasó después del asesinato de Ángel y Manuel encontrando los cuerpos al descubierto, que señalizó cubriendolos con unas piedras.
Los responsables del crimen obligaron a un vecino de la zona a enterrar los cadáveres en una cuneta, lo que se conoce como la fosa común de ‘La Canalona’. Este hombre siempre tuvo identificados a los 2 hermanos, por lo que pronto comunicó a la familia todo lo que había sucedido y el lugar exacto donde descansaban sus cuerpos. Al poco tiempo de matarlos Cesárea estuvo escarbando en la tierra y encontró las ropas. En varias ocasiones se plantearon subir a desenterrarlos ellos mismos.
Los dos vástagos de Manuel siempre llevaron flores a este punto para recordar la memoria de su padre y su tío. En la partida de defunción de Manuel Fernández figura que murió una nochebuena «a consecuencia del movimiento de las fuerzas nazionales». Desde entonces, Ángel Fernández Rodríguez ha vivido con la determinación de desenterrar a sus 2 familiares, “Toda la vida, cada vez que pasábamos por delante, nuestra madre nos decía que ahí estaban enterrados nuestro padre y nuestro tío”.
Los trabajos de exhumación han sido realizado por un equipo de la Asociación para la Recuperación para la Memoria Histórica (ARMH), y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, liderado por el forense Francisco Etxeberria. “El lugar había cambiado por completo tras 80 años, estaba todo cubierto de eucaliptos, la carretera cercana a la fosa había modificado el terreno”, afirma Arantxa Margolles, de la ARMH.
A cerca de 15 metros de profundidad apareció el cráneo de Ángel, en el bolsillo de su chaqueta encontraron un mechero y una piedra de afilar. A poca distancia los restos una bala, un disparo fallido que había permitido a uno de ellos correr para luego ser fusilada, pero no se pudo localizar a Manuel, los corrimientos del terreno han imposibilitado localizar sus restos.
La exhumación de Ángel cerró más de 8 décadas de sufrimiento para su sobrino, aunque no se trata ni mucho menos del único fusilado en Asturias por el franquismo. Ángel Fernández Suárez asesinado hace 82 años vuelve a casa, pero todavía hay muchos otros Ángeles ahí fuera.
Documentos: El Comercio (Azahara Villacorta). La Voz de Asturias (Nacho G. Ruano). Radiotelevisión del Principado de Asturias. La Nueva España (Sara Arias)
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española