Ángel Copado Matarán nació en 1911 en Villacarrillo (Jaén). Era el menor de los 7 hijos que tuvieron Francisco y Ana Josefa. Las 2 primeras hijas murieron de pequeñitas, y el siguiente, Paco, murió de tuberculosis muy joven. Manolo. Vivían en la Plaza de Molviedro donde Ángel participaba en un negocio familiar, fabricaban gorras, además de reparar y vender aparatos de radio. A través de este negocio conoció a José Hernández Marín, empleado de la Casa Pirelli, quien comerciaba con aparatos de radio. Iniciaron una amistad y una relación comercial.
Ángel era muy Republicano, con unas ideas muy arraigadas. Estaba militarizado como obrero electricista en el Cuartel de Artillería de Sevilla. Al producirse la rebelión militar en julio de 1936 permaneció en el Cuartel de Artillería donde había hecho la mili. Pero en junio de 1937 lo detuvieron, acusado junto con José Hernández Marín y 12 personas más de intentar llevar a cabo un complot para restablecer la legalidad Republicana. Sometido a consejo de guerra en Agosto de 1937, Ángel negó todas las acusaciones, la participación en cualquier plan para invertir el curso de la guerra, para acabar con la represión y las arbitrariedades, restituir el gobierno legítimo de la República. También negó las acusaciones de pertenecer a la Masonería, ni a ningún partido político ni sindicato.
Los franquistas condenaron a muerte a Ángel Copado, en la documentación de la Causa se hacen constar sus señas personales: “estatura buena, pelo rubio, cejas al pelo, barba cerrada, ojos claros y sin señas particulares ninguna”. Una vecina suya, que tenía 13 años cuando lo mataron, recuerda que era un muchacho muy guapo y ella lo admiraba. Ya condenado a muerte, Ángel pidió que la madre de esta vecina fuera a visitarlo a la prisión, allí acudió la señora, y Ángel le confió que entregara un aparte de los ahorros de la tienda a su hermano Rodrigo y otra a su novia. Ángel no quiso hacer este encargo a su propia madre para no hacerla sufrir antes de tiempo, con la certeza de su ejecución.
Ángel Copado Matarán fue fusilado por elementos fascistas cuando contaba con 26 años, acusado de “rebelión militar”, por “militares” convertidos en bandas armadas que se habían rebelado contra el Gobierno legítimo de la II República Española. Era el más joven de los 8 hombres que corrieron su misma suerte la madrugada del 29 de enero de 1938 en las tapias del cementerio de San Fernando de Sevilla: José Paz Márquez, Miguel Toscano Hierro, José Hernández Marín, Benigno García Paz, Rafael Herrera Mata, Manuel León Álvarez Fernández, Manuel Elena Valverde y Ángel Copado Matarán.
Maleni, hija de Encarnación la sobrina de Ángel, cuenta así lo que le han transmitido: “Siempre me impactó la forma en que su madre supo que lo habían fusilado: Ella iba a visitarlo y a llevarle comida, como era habitual, y otro de sus hijos, viéndola ya irse para la prisión y sabiendo que era imposible ocultárselo más tiempo, la interceptó en el pasillo del piso y le dijo que no fuera, que lo habían matado, y me sobrecogía el dolor de esa mujer.
Ojalá que estas letras sirvan a sus familiares de reparación moral, de dignificación de su memoria. De la memoria de aquel muchacho bueno y responsable cuya vida fue segada en plena juventud por la barbarie franquista más sibilina, consejos de guerra que no eran más que asesinatos a sangre fría, sin garantías jurídicas mínimas y realizadas por quienes habían conculcado la legalidad y la democracia Republicana. Gracias a sus sobrinas Mª Dolores, Rosa y Pilar, y a Gonzalo y Maleni, sus sobrinos nietos, que han facilitado sus fotos y sus recuerdos.
Original de Concha Morón Hernández en Todos los Nombres. Imagen de Francesco Rizzuto en medium.com
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española