No he tenido confirmación documental, hasta que me la facilitó la organización Víctimas de la dictadura de Castilla-La Mancha. Cuando mis abuelos fueron fusilados, vivían en Toledo, en el Callejón de los Niños Hermosos, en la judería toledana. No conozco las razones que arguyeron los asesinos para matarlos. No se celebró juicio, por lo que no existió sentencia de muerte, les dieron el paseo criminal. Mi abuela Antonia Arrogante Carretero, era natural de Cebolla, murió por asesinato el día 28 de Noviembre de 1936 en Toledo.
Reivindico mi memoria histórica, por lo que ni olvido ni perdono. Antonia fue fusilada por franco al día siguiente en el que los sublevados encerrados en el Alcázar, ciegos de odio y de venganza, salieron matando sin contemplación ni miramientos. Antonia Arrogante Carretero, está enterrada en una fosa común en el cementerio de Toledo. Oigo las botas contra el empedrado, los gritos y empujones, los culatazos de los fusiles sobre sus espaldas. Veo la cara perpleja y asustada de mi abuela Antonia Arrogante, embarazada, y las caras descompuestas por el odio de los asesinos. Oigo el sonido seco de las descargas de los fusiles y el taac, taac de los tiros de gracia junto a un paredón en la vega del Tajo. Recuerdo todo para mantener mi dignidad.
No tengo noticias de que mis abuelos fueran unos peligrosos rojos, ni siquiera si eran de izquierdas o Republicanos. Mi padre, que sería quien hubiera podido contarme la historia, murió cuando yo tenía 7 años y mi madre, ya fallecida, en raras ocasiones habló del tema. Sí parece que mi abuela Antonia Arrogante tenía un carácter fuerte y poco dado a componendas. Mujer de mediana estatura, fuerte, guapetona, con moño bajo, saya larga y pañoleta negra sobre los hombros.
No tengo herida abierta ni dolor en mi memoria; pero sí un desprecio frío y razonado contra quienes propiciaron el golpe de Estado, y hacia quienes cometieron el crimen. También siento dolor y desprecio por quienes hoy, todavía, siguen sin reconocer el genocidio franquista, quienes siguen justificando aquella barbarie que causó tanta muerte, sufrimiento y persecución, el asesinato de decenas de miles de hombres y mujeres.
La masacre de Toledo es desconocida por gran parte de la ciudadanía. Los días 27 y 28 de septiembre de 1936 las columnas del Ejército de África, comandadas por el general Varela, tomaron Toledo. Entre las 17 horas del 28 de septiembre y las 14 horas del 29, todas las crónicas de la época, las de Peter Wyden, Geofrey Cox o la del embajador americano Claude G. Bowers, coinciden en la total impunidad de la represión inicial franquista en Toledo. Con la participación de falangistas y señoritos extremeños y talaveranos.
La primera represión en caliente fue llevada a cabo por el jefe del Servicio de Información y delegado de Orden Público, el comandante Francisco Javier Planas Tovar, realizada inmediatamente después de la toma de la ciudad. En el cementerio municipal de Toledo todavía hay 783 víctimas del franquismo sin identificar. Forman parte de los 1.783 represaliados por el régimen que, entre 1936 y 1947, fueron enterrados en el camposanto de la capital regional.
Documentos originales en El Plural, Diario16 y Nueva Tribuna (Víctor Arrogante). En Castilla la Mancha (César del Río)
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española