El PAREDÓN de Llíria (Valencia) y la FOSA donde yacen los REPUBLICANOS ASESINADOS por los franquistas

Fosa cementerio LLiria word pressCuando se acabó la guerra empezó la carnicería. Las cunetas se llenaron de muertos. Los cementerios se llenaron de tumbas clandestinas. El exterminio de quienes “no piensen como nosotros” que predicaba el general golpista Emilio Mola se llevaba a cabo con una precisión de entomólogo. Aún hoy hemos de hablar de 150.000 personas desaparecidas. Aún hoy, las derechas siguen pensando que si sus padres y abuelos ganaron la guerra por qué no la van a seguir ganando sus hijos y sus nietos.

La existencia de fosas en el pueblo era conocida, pero no la localización de la que constituye la mayor tumba de represaliados del franquismo de la provincia de Valencia después de la de Paterna, las tapias de cuyo cementerio fueron uno de los grandes mataderos de la dictadura, el paredón España. Cientos de cuerpos amontonados que esperan ser devueltos a esa dignidad que les arrebató, con una crueldad infinita, la dictadura franquista. Entre 1939 y 1956 fueron fusiladas allí 2.238 personas de 259 municipios españoles. También en Alzira encontramos huellas de aquella barbarie.

El tercer paredón valenciano está en Llíria. Tras el fusilamiento de 6 hombres en el su cementerio, sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común que contiene los restos de otras 106 víctimas de la represión franquista, llevadas al paredón entre el 15 de abril de 1939 y el mismo mes de 1940. En Llíria fueron fusilados alcaldes, concejales y dirigentes políticos Republicanos de diversos municipios de la comarca de Camp de Turia. «La mayoría de ellos había permanecido en sus pueblos creyendo que no tenían nada que temer». Los 112 asesinados por el fascismo, y arrojados a la fosa, serían de la propia comarca del Camp de Túria. Las víctimas estaban presas en el convento del Remei. De allí las sacaban, las llevaban al cementerio y después de los disparos las dejaban caer como a bichos muertos en el pozo de la indignidad y la vergüenza. Los asesinatos tenían lugar en el muro de atrás del propio cementerio.

Todo empezó cuando el joven Sergio García llegó al cementerio de Llíria en busca de su abuelo desaparecido. Tenía noticias de que esa fosa existía. Limpió las lápidas del suelo. Escarbó en los nombres que aparecían en esas lápidas. Contactó con el ayuntamiento, con algunos historiadores, con gente que también buscaba a sus familiares perdidos en el oscuro galimatías de la desmemoria colectiva. Y la fosa salió a la luz. El Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica ha revelado la localización de la enorme tumba y ha iniciado los trámites para exhumar los cadáveres. Está localizada a la entrada del cementerio, justo a la izquierda.

Los familiares de 6 fusilados ya han reclamado recuperar los cuerpos. Ángel García, hijo de uno de ellos, se ha emocionado al conocer 8 décadas después el lugar donde yace su padre y la tapia contra la que murió. Han pasado bastantes años, ya va siendo hora de que la memoria de la resistencia Republicana sustituya al silencio y el olvido en que demasiadas veces ha seguido siendo enterrada. En Llíria se han dado los primeros pasos para recuperar esa memoria. Y a esos primeros pasos habrán de seguir otros para que la necesidad de saber no caiga en el desánimo. La verdad de aquel tiempo devastado ha de salir a flote de una vez por todas. Y es ahí, en ese punto de flotación, donde nos hemos de encontrar cuanta más gente, mejor. Las personas desaparecidas por la violencia franquista bien que se lo merecen.


Documentos: Eldiario.es (Alfons Cervera). Imagen original de El Viejo Topo. presos.org y El País (Ignacio Zafra). Personas fusiladas por el franquismo en Llíria


En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española