La ley de reforma agraria y la liberación de los montes comunales promovida por Antonio Plano Aznárez (Alcalde de Uncastillo y Vicepresidente de la Diputación Provincial de Zaragoza) eran objetivos de aquella España republicana, único país de Europa que se levantó en armas contra el fascismo. Por ideas como éstas, austeridad, ciudadanía responsable y solidaria, justicia social, instrucción pública, laicismo, expresión de la soberanía popular, murieron Antonio Plano y otros vecinos de Uncastillo que le acompañaron en su compromiso público. Socialistas como Plano colaboraron con los republicanos para consolidar el gobierno del Estado.
El resultado de las elecciones municipales, con una aplastante mayoría para las izquierdas, avalaba esa participación en el gobierno del país. En los primeros momentos tras el 18 de julio fue detenido Antonio Plano. También fue apresada parte de la familia, el 30 de julio trasladaron a la mujer de Antonio, Benita, y a sus hijos Antonio y María a la cárcel de Ejea. Antonio Plano Cortés recuerda hoy cómo de camino los guardias le amenazaban diciéndole «por ahí bajo te mataremos». La ejecución de Antonio Plano debía de constituir todo un escarmiento, enterrar con Plano las ilusiones y esperanzas despertadas durante la República, y para eso nada mejor que añadir a la ejecución el oprobio de la humillación.
Fue sacado ensangrentado del cuartel, mientras todo el pueblo acudía a la llamada y las voces de guardias y falangistas. Le habían dado de beber una botella de ricino, y su cuerpo ya no respondía. Le dispararon y cayó al suelo ante los vecinos, callando la mayoría con impotencia, temor e indignación, mientras algunos exteriorizaban algarabía, aplauso y otras demostraciones jubilosas. Abatido el cuerpo de Don Antonio, le siguieron toda clase de burdos gestos ante su cadáver, patadas, tiros. Los rostros de la multitud se difuminan en los relatos de aquella truculenta escena, alguno de ellos se destacará del resto para iniciar un horrendo escarnio con el cadáver, tan caliente todavía, de Antonio Plano. Con una azada procedió a cortarle las piernas, si bien otras versiones afirman que le fue cortada la cabeza.
Una confesión escrita por un testigo ocular decía así: «Hoy, San Froilán, 5 de octubre de 1936, día de riguroso luto para Uncastillo, Aragón y España, ante la milenaria iglesia de Santa María en presencia de una nutrida representación de testigos, previamente convocados y congregados en la plaza del Olmo, sin formación de causa, previamente establecida, es fusilado don Antonio Plano Aznárez, alcalde republicano de Uncastillo y vicepresidente de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza. Abatido el cuerpo de don Antonio por el aceite de ricino, las patadas y las balas, se siguen cometiendo toda clase de burdos ademanes ante su cadáver; eso sí, por un número reducido de personas. El resto de la nutrida concurrencia, espectadores forzados, y que van entre y desde los niños de tres años hasta personas de más de ochenta, han permanecido visiblemente en silencio y humillados a su vez».
Originales en: Tercera información (Natalia Salvo), Dispuestos a intervenir en política (Victor Lucea), Fundación Pablo Iglesias
En MEMORIA de las mujeres y hombres del Ejército de la REPÚBLICA Española